Poesía para leer
Aquí algunos de mis poemas
Mi última jugada
Guardo
mi última jugada,
no para el final de la partida,
sino que para el resto
de mi vida;
porque me da igual ganar
o perder,
me gusta más recordar
que
un día jugué.
Soy un loco
Me gusta ser,
ese loco encadenado,
a sus propias manos,
a sus propios pecados,
que no teme ser diferente,
porque normales
hay en todos lados;
pero todos nos diferenciamos,
y es de eso
de lo que nunca hablamos.
Me gusta ser diferente,
es lo que me hace ser,
ser entre tanta gente.
Su sinsentido
Dejé muchas frases
sin acabar en mi cabeza que,
cuando las quise retomar;
ya tenían alma;
habían florecido;
tenían esposa, o marido;
hijos e hijas a montones.
Las arropé y les di cobijo
cerca de mi oído,
me susurran,
me hablan de su sinsentido.
Allí se quedó
Sabía que venía la tormenta,
que no llevaba paraguas,
que le daba miedo
tanto viento,
que no aguantaba los truenos,
que aún tenía tiempo,
pero,
allí se quedó;
mirando el cielo
en todo su esplendor.
Esperando,
tal vez a la lluvia,
tal vez al sol.
El ancla que más pesa
Siempre está
esa ancla molesta
que nos ata,
nos pesa,
que siempre nos da
ese mismo dolor de cabeza.
Esa ancla maldita que nos deja
la vida a medias,
que nos pone límites
para cualquier cosa
que en nuestra mente ronda.
Y no busco otra,
que ser ese maldito barco,
que sin ancla
despega,
que se aleje del puerto,
que zarpe sin peso,
me lleve al fin del mundo,
que se acabe
hundiendo de viejo.
La ciudad
La Ciudad,
un sitio,
un ser vivo,
un viene y va.
Calles llenas de losas rotas,
de raíces de luces,
de transeúntes que
se hacen llamar personas,
de personas que
no brillan por sus cruces.
Viva en un ambiente mezclado,
lleno de sabores dulces,
y de tragos amargos.
Sueña sueños que ni son suyos,
que ni tienen dueño,
que no son reales,
que no verán futuro.
La Ciudad,
dueña de muchos,
obediente de ninguno.